Hay un dicho en nuestra tierra que asegura que “desde la Inmaculada a San Antón, Pascuas son”. Y es que San Antón marca el fin de una etapa, pero también el inicio de otra. En torno a esa fecha se celebraba en todos los hogares la matanza, una tradición popular en el que las mujeres hemos tenido tradicionalmente un papel destacado, ya que recaía en nosotras la responsabilidad de custodiar, de generación en generación, la receta de los diferentes productos del cerdo que se obtenían: morcillas, chorizos, salchichón, lomo en orza… En torno a esta festividad se celebraba siempre la matanza como un auténtico ritual en el que cada paso estaba perfectamente calculado y planificado: desde la compra del marrano meses antes para su crianza a la recogida de leña en verano, la compra de cebollas en septiembre o el sacrificio del animal ya en enero con una cuadrilla de matarifes especializados. Las dosis de cada ingrediente y la selección de especias recaían en nosotras.
“Para ilustrar mi texto he elegido esta foto en blanco y negro porque, aunque es actual, está tomada de un establecimiento que lleva años montando un escaparate casi idéntico en estas fechas, por lo que podría ser una imagen totalmente atemporal”.
Y, aunque los tiempos han cambiado y el sacrificio del animal ya no puede hacerse como antes, la matanza se ha adaptado a los nuevos tiempos y sigue siendo cita imprescindible para muchas familias en el norte de Granada, manteniendo sobre todo su carácter festivo y de celebración (antiguamente era más una cuestión de economía familiar, ya que proveía de alimentos a las familias para varios meses). La suerte de los que vivimos en ámbitos rurales es que nos resulta más fácil mantener tradiciones como ésta. Y la prueba está en que todavía muchos comercios ofrecen todos y cada uno de los ingredientes necesarios para realizar la matanza. Existe además otra opción para los que no se animen a hacerla: disfrutar de los productos típicos de la matanza elaborados de forma artesanal en muchos de los pequeños establecimientos tradicionales que hay en nuestros pueblos. Un placer para los sentidos, de verdad.
Fotografías enviadas por Natalia Guidoni, de Benalúa.
“Reunión familiar en torno a la matanza”.